20 de Mayo de 2015. Un día sin música.

Hoy es un día triste, un día en que apagamos la música, no la tocamos, no la producimos. Y no, la música no es nuestra droga como pondría una adolescente cualquiera en su descripción de

Día sin música

Hoy es un día triste, un día en que apagamos la música, no la tocamos, no la producimos. Y no, la música no es nuestra droga como pondría una adolescente cualquiera en su descripción de Twitter, la droga es nuestra comida. Y no sólo en sentido metafórico, también en el sentido laboral más pegado a la realidad. Podría extenderme en la metáfora inicial, pero tengo más motivos para hablar sobre la literalidad de la comparación. Y es que en este caso puedo hablar desde tres puntos de vista en mi experiencia laboral.

Según mi titulación soy técnico superior de sonido, y digo según mi titulación porque salvo las producciones que he realizado a título personal a lo largo de los años, probablemente represente poco más de un año en mi vida laboral. Y es que los estudios están asfixiados, los músicos no contratan más que horas nimias por sesión y los precios están por los suelos en una etapa que viene marcada por la reconversión que ha significado el mundo digital y de descargas. Imposible contratar gente, imposible rellenar calendario salvo casos contados. Estudios musicales cerrados, es decir, gente en paro.

Pero también soy músico, aunque no esté en el circuito nacional desde que dejé Los Guapos. En este ámbito, lamentablemente, se ha institucionalizado un triste diálogo en el estado español entre los músicos y cualquier persona ajena al mundo musical:

-¿De qué trabajas?

-Soy músico.
-No, me refiero a trabajo de verdad.

Esta conversación será extremadamente familiar para el lector músico, pero reto al lector ajeno a este mundo a transponerla a su profesión y contener la risa o la indignación. Una profesión castigada por las mismas razones que exponíamos sobre los estudios de grabación, pero agravada por las inmensas inversiones en equipo y tiempo que se necesitan para poder ejercerla. Inversiones que no se ven recompensadas, ni siquiera paliadas de cerca por las pocas ganancias que se puedan sacar de los cada vez menos conciertos que pueden ofrecer en vivo. Y mucho menos para contratar horas en los anteriores estudios para plasmar sus obras. Algunos iluminados, pensando que todas las bandas realizan extensas giras internacionales del tipo Enrique Bunbury o Joaquín Sabina, pontifican que las bandas deben centrarse en los conciertos, en vez de en grabar, como si ésta fuera la solución universal para todos los males de la profesión. Oigo las carcajadas de las bandas pequeñas y las que empiezan según escribo estas líneas, recordando que hasta tuvieron que pasar un casting para que el ayuntamiento les dejara tocar en la calle.

Por otro lado, la profesión que me paga la Seguridad Social de momento es la de pinchadiscos, otra profesión castigada con legislaciones arbitrarias, tanto municipales como estatales, por directivas dudosas de una monolítica sociedad de autores, ambigüedades en el sistema de autónomos y por diversas malas gestiones de catástrofes como la del Madrid Arena. Pero ya me extenderé en otra entrada sobre estos temas en el ámbito del DJ.

Y aunque yo no forme parte de ello de manera directa, no podemos olvidar a los colectivos de promotores y salas, hundidos economicamente y sin los que sería posible llevar los directos a la audiencia final.

Pues si a este horrible marco le sumamos la subida del IVA cultural al tipo más alto de Europa, que es por lo que estamos protestando con nuestro silencio, estamos ante la muerte anunciada de la música, tanto en directo como en cualquier soporte. Por eso nos hemos sumado masivamente a esta jornada sin música, que para nosotros no es un día más, es una huelga de hambre para evitar nuestra muerte, la de nuestra profesión, la de nuestra forma de vida. Ni en plena semana electoral son capaces de hacer programa ante una situación tan crítica.

Si aún después de haber leído esto, amiguete neoliberal, consideras que la música es un lujo para ociosos y debería ser gravado como tal, sólo te recordaré los puestos de empleo por los que no estás luchando y el porcentaje de PIB y riqueza del país que la música representa en países como Holanda o Reino Unido.

Aquí tenéis el manifiesto y podéis firmar y difundir aquí.

Una opinión en “20 de Mayo de 2015. Un día sin música.

  1. Chapó.
    Como no cambien las cosas van a conseguir que los referentes musicales sean «grupos» tipo Gemeliers… productos para niños de 15 años cuyo fin es acabar vendiendo camisetas, no difundiendo cultura y arte. Eso es lo que quieren, sacar el máximo posible de beneficio e impedir que los verdaderos artistas tengan oportunidades salvo que estén forrados. En el fondo no es más que otra estrategia para crear una sociedad sin imaginación, sin cultura, sin expresión ni color manejada por los intereses de «los de arriba»…

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